Después de este fin de semana de terrorismo machista, todavía me sorprende que siga sin pasar nada, volvemos a lo mismo, y si en lugar de mujeres, fueran profesoras y profesores de IES, personas jubiladas, víctimas de ETA o cualquier otro colectivo??? estaríamos todas y todos en la calle mostrando nuestra repulsa, rechazo y unidos y unidas para luchar contra esta gran lacra social...en fin...me gusto mucho el artículo de Teresa Mollá Castels, que copio a continuación que pone palabras a lo que muchas sentimos y pensamos:
18/06/2012
Teresa Mollá
Castells
Estoy muy
enfadada y triste. Ha vuelto a ocurrir. Han asesinado a otra mujer. Esta vez ha
sido en Salt (Girona). He leído la noticia en una red social y he ido a
contrastarla en dos diarios de diferente tendencia editorial y los dos dicen lo
mismo.
Hoy escribo desde la rabia, la desolación, las lágrimas y la profunda tristeza que me producen estos asesinatos. No puedo evitarlo. Es superior a mis fuerzas. Sencillamente no puedo entenderlo. Sigo sin entender que se siga matando a mujeres por el simple hecho de ser mujeres y de pretender su posesión absoluta sin dejarles a ellas margen para ser personas.
No quiero
imaginar el calvario de todas ellas. Me duele el alma con sólo pensarlo. Y son
muchas las que llevamos enterradas en este año. Según la Red Estatal de
Organizaciones Feministas contra la Violencia de Género son ya veintinueve las
mujeres asesinadas en lo que llevamos de año. Y de ellas hasta ayer, veintidós,
las asesinadas a manos de sus parejas o exparejas. Hoy, ambas cifras deben ser
aumentadas con este nuevo caso.
Desde la
rabia y la militancia activa en formación para la prevención de este tipo de
terrorismo, así como en otros espacios, me sigo haciendo las mismas preguntas
desde hace muchos, muchos años. Y, desgraciadamente para mi, siguen sin
respuesta.
No entiendo
los silencios cómplices. Silencios que escandalizan a quienes tenemos un compromiso
vital con este tipo de terrorismo. Silencios que, soterradamente y con
estudiados consejos y/o cambiando palabras siguen permitiendo y desvirtuando la
lucha, pero sobretodo el sufrimiento de tantas y tantas mujeres y niñas.
Silencios que llegan desde el gobierno, desde los gobiernos que intentan restar
importancia a este tipo de terrorismo eliminando partidas presupuestarias para
la prevención. Ministras que, deliberadamente, cambian el nombre para restar
importancia al tema, Ministros que nos quieren sumisas y pariendo para
quitarnos libertad para elegir ser nosotras quienes decidamos si queremos ser
madres o no, si queremos ser rebeldes o no. ¿Dónde están hoy las voces de estos
ministros? Seguro que si hubiera sido una víctima de una asesinato de origen
político estarían ya sus voces en todos los medios de comunicación, condenando
el asesinato y prometiendo justicia para quienes la lloran. Pero no es así. Es
“sólo” una mujer más asesinada por su pareja. Cuánto dolor…
Dolor por
estos silencios. Dolor porque, con ellos y sin una condena contundente por
quienes nos gobiernan, no se hace patente el rechazo de esa clase social que
nos pretende “rescatar” de no sé cuántas miserias, pero que olvida que la vida
de las personas es importante. Y que debería valer lo mismo la de alguien
muerto como consecuencia del terrorismo político, que la de una mujer asesinada
por su pareja o expareja y que habitualmente habrá sufrido lo indecible antes
de ser asesinada.
Dolor porque
nadie de los que claman por la defensa de la vida abre la boca cuando la vida
arrebata es la de una mujer a manos de su pareja o expareja. Dolor porque esas
mismas personas que abogan por la dignidad de la vida siguen calladas cuando
salen a la luz estas noticias. Dolor porque hablan de vida, pero nunca de
libertades para elegir cómo vivir. Dolor porque les preocupa por encima de todo
que se nazca, pero no cómo se vive después.
Y mucha
rabia. Rabia por aquellos de faldas largas y negras que siguen lanzando desde
sus púlpitos mensajes misóginos y aunque aparentemente neutros, siguen
conteniendo violencia hacia las mujeres. Rabia ya no sólo por sus silencios,
sino también por su desfachatez e incoherencia. Rabia por ver cómo ahora están
gobernando nuestras vidas a través de un gobierno postrado a sus pies y
entregado a sus creencias. Rabia porque con su hipocresía oculta debajo de sus
faldas largas y negras siguen condenando a millones de mujeres de toda clase y
condición a lo largo del mundo a un sufrimiento sin fin y, en demasiadas
ocasiones producido por ellos mismos.
Siento tanta
rabia y tanto dolor por este nuevo asesinato de otra mujer en Salt que hoy las
lágrimas no dejan de fluir y al escribir libero un poco de tensión.
Llevamos
años comprometidas con la prevención. La hacemos desde todos los ámbitos,
intentando formar a profesionales de todos los campos y a la ciudadanía en
general. Militamos desde lo más personal hasta los espacios público que podemos
ocupar en cada momento. Denunciamos en todos los espacios que podemos y nos
postulamos como defensoras a ultranza de las víctimas desmontando mitos que
cotidianamente se repiten en nuestros espacios laborales o sociales. Y cada
muerte es un mazazo, una especie de derrota que, aparte de reforzarnos en
nuestra lucha, nos devuelve al estado transitorio del dolor, la tristeza y la
rabia.
Pero hoy
desde el dolor y la rabia yo acuso a quienes hipócritamente se callan y no
defienden por igual la vida de todas las víctimas de los diversos terrorismos,
y este es terrorismo machista.
Acuso a
quienes no condenan estas muertes y sus silencios les hacen cómplices de estas
muertes.
Acuso a los
de faldas largas y negras por continuar predicando misoginia, desigualdad y,
por tanto violencia desde los púlpitos.
Acuso a
quienes amparándose en la falta de medios, imponen condenas que saben que no
van a cumplirse a los criminales y asesinos.
Acuso a
gobernantes de toda índole y condición que reducen presupuesto para la
prevención de este tipo de terrorismo.
Acuso a
quienes teniendo en su mano herramientas para la protección y reinserción de
las mujeres víctimas, las dejan en el cajón por cuestiones políticas y
partidistas.
Acuso a
quienes se llaman defensores de la vida pero que en realidad pretenden
controlar la vida de las mujeres, pero se callan cuando nos matan.
Acuso a
quienes pretenden controlar nuestras libertades para elegir cómo queremos
vivir, puesto que, con sus actitudes intentan criminalizar nuestra libertad
como personas.
Acuso a quienes,
con la excusa de la crisis reducen todo tipo de recursos para la
sensibilización, la prevención y la formación.
Somos muchas
las comprometidas y las que alzamos nuestra voz cada día para prevenir estas
muertes. Seguramente mañana seremos más, porque la sensibilización que estamos
realizando ahora, dará sus frutos dentro de un tiempo.
Pero hoy,
desde el más profundo dolor y la rabia quiero, necesito gritar ¡BASTA YA!
Vuestros
silencios e inacciones os hacen cómplices de este tipo de terrorismo que se ha
cobrado la vida de tantas mujeres. Vuestra tolerancia con este terrorismo os
hace culpables por no condenarlo tan abiertamente como el de origen político.
Vuestra defensa de valores tradicionales os asigna el papel de transmisores de
roles desiguales y violentos.
¡BASTA YA DE MUERTES INÚTILES!
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